y susurran mi nombre por las noches,
y en el silencio acariciais mi pelo.
Vuestros ojos me míran desde siempre,
cual lucernas que el tiempo no ha apagado,
vuestros labios me besan dulcemente,
cuando cierro mis ojos, ya cansados.
Caminaran commigo sin descanso,
por moradas y valles celestiales,
en mis sueños, me hablaran de mis fracasos
y elogiaran mis logros principales.
¡Seguíd siempre commigo, mis tesoros...,
que os sienta susurrar al lado mío,
sabed.., que en mis recuerdos os añoro...,
que no me olvido nunca de los míos!