miércoles, 24 de junio de 2015

DESOLACIÓN...


Por el degolladero 
de los cristianos,
almas en pena vienen
dolor dejando, 
a filos de cuchillos 
de los tiranos, 
que Abderramán pusiera 
sobre sus manos. 
Sus dioses lloran sangre 
sobre la arena, 
encima de los muros 
y de las puertas. 
La ciudad se estremece, 
llora de pena, 
y en San Gil, aún no reza 
la Macarena. 
Los mártires mozárabes 
sufren martirio, 
a extramuros de Ronda 
de Capuchinos. 

Maribel Cano (derechos reservados 2015)

A los mártires cristianos mozárabes que sufrieron persecución por Abderramán II en la ciudad de Sevilla, en el siglo IX 

lunes, 1 de junio de 2015

LA VENTA DE LOS GATOS

  • «figuraos una casita blanca como el ampo de la nieve, con su cubierta de tejas rojizas las unas, verdinegras las otras, entre las cuales crecen un sinfín de jaramagos y matas de reseda. Un cobertizo de madera baña en sombras el dintel de la puerta, a cuyos lados hay dos poyos de ladrillos y argamasa. Empotradas en el muro que rompen varios ventanillos abiertos a capricho para dar luz al interior, y de los cuales unos son más bajos y otros más altos, éste en forma cuadrangular, aquél imitando un ajimez o una claraboya, se ven, de trecho en trecho, algunas estacas y anillas de hierro que sirven para atar las caballerías. Una parra añosísima que retuerce sus negruzcos troncos por entre la armazón de maderas que la sostiene, vistiéndose de pámpanos y hojas verdes y anchas, cubre como un dosel el estrado, el cual lo componen tres bancos de pino, media docena de sillas de enea desvencijadas y hasta seis o siete mesas cojas y hechas de tablas mal unidas. Por uno de los costados de la casa sube una madreselva agarrándose a las grietas de las paredes hasta llegar al tejado, de cuyo alero penden algunas guías que se mecen con el aire, semejando flotantes pabellones de verdura. Al pie del otro corre una cerca de cañizo, señalando los límites de un pequeño jardín, que parece una canastilla de juncos rebosando flores.
Gustavo Adolfo Bécquer 


Así describía el poeta en  sus leyendas la venta de los gatos, donde soñaba sus versos. 

Aún sigue estando en pié, aunque ya no a extramuros de la ciudad como en la época en que Bécquer la conoció. Ahora está integrada en la urbe. 
Imágenes obtenidas de Internet

Maribel cano