del que goza grandemente la poesía,
del dulzor de sus suaves armonías
y del placer de su pulsar latente.
Saborear paso a paso, verso a verso,
el declinar de sus letras en el aire,
sentir su melodía...,su donaire,
cual brisa que acarícia como beso.
Y cuando acaba el són en los oídos,
un pesar acompaña al sentimiento,
y leerlo otra vez, algo más lento
en placer se vuelve a los sentidos.
Y otra vez..., el pensamiento embebecído
leerlo quiere, para que séa infinito
el gozo de sentirlo, ...suavecito
y lento, acariciándote el oído.
M.CANO