Ninfas de plata, que presurosas vais corriendo,
por los claros bosques de aromas perfumados...
Corred prestas...! y decidles a mi amado,
que de sus labios la miel estoy queriendo.
Decidles que me muero por sus ojos,
y suspiro por el roce de sus manos...
que late mi corazón, lleno de antojos,
por gozar de lo divino y de lo humano.
Salid de las tinieblas...Ninfas de oro!!
y llevadle a mi esposo mi recado,
llama de amor que guardo,cual tesoro.
De venturosa dicha es mi pecado,
si presto,en un instante le enamoro,
y no se marcha nunca de mi lado.
M.CANO
No se si las ninfas le darán tu recado, pero aquí quedó impreso el sello de tu amor, que aún sigue latiendo en ti... a pesar del tiempo y de su ausencia.
ResponderEliminarComo se nota cuando un amor deja huella en la persona amada, ¡nunca! se disipa.
Un abrazo enorme, con aroma a tomateras, jeje, que es lo que tengo plantado en mi patio y si Dios quiere... podrás saborearlas éste veranito, ¡invitada quedasssssssss!
Pues sí;el amor si es verdadero perdura para la eternidad.
ResponderEliminarDesde aquí me parece estar oliendo esos maravillosos tomates de huerta.Gracias Mari Carmen por tu invitación.
Un abrazo.