Caminaba despacio, la mirada hacia el interior, las manos entrelazadas en señal de respeto.
Mientras se desplazaba desde la Sacristía hacia el Presbiterio,su mente se hallaba complacida al saber que el templo se encontraba lleno de feligreses.
El reloj de la torre de la iglesia de La Ascensión marcaba las doce de una noche oscura y tenebrosa.
Como cada año, oficiaba la misa del dia de los difuntos. Se había ordenado hacia muchos años como fraile dominico de la Orden de Predicadores. Su vida desde entonces, había estado siempre sujeta a consagrar al Señor, y a perseguir a los judeo/ conversos, para evitar la propagación de las herejías.
Cuando subió al Altar y abrió el misal por la página correspondiente, comprobó con devoción el silencio de los fieles que ocupaban la nave central del templo.
En la sede, presidía la liturgia Fray Tomas de Torquemada, el confesor de la Reina Isabel, y primer inquisidor general de Castilla y Aragón.
"... el martillo de los herejes,
la luz de España, el salvador de su país, el honor de su Orden. " (Sebastián de Olmedo)
Retiró la palia que cubría el Cáliz, tomó del Copón la Sagrada Forma y la levantó en señal de ofrenda. La sumergió ligéramente en el vino y dió la comunión al confesor de la Reina. Después hizo lo mismo y el cuerpo y la sangre de Cristo entraron en comunión con su espíritu.
Se sentía plenamente feliz.
A continuación tomó el Copón entre sus manos y se dispuso a comulgar a los fieles.
Terminada la Eucaristía se lavó las manos y las secó con el manutergio. Los fieles en silencio, a un lado las almas del Purgatorio, al otro las almas que ya habían alcanzado la Gloria de los Cielos; esperaban el momento en el que pronunciara su última frase.. :
_ vos can vado in pace
_ Gratias Domino
En la Sede y en el Altar, sendas hogueras consumieron las almas del inquisidor y su oficiante, entre un hedor insoportable teñido de fuegos fátuos.
Un silencio sepulcral invadió la nave central.
Las puertas del templo se abrieron de par en par, y los feligreses que esperaban para la misa fueron entrando y ocupando los asientos. El sacerdote ascendió desde la Sacristía hasta el Presbiterio, y la liturgia del día de los difuntos dió comienzo.
Maribel Cano ( derechos reservados 2014)